Pingyao

Este es uno de los lugares que más auténticos nos han parecido y donde mas relajados nos hemos sentido. Es la ciudad amurallada más bien conservada de China y tiene un encanto cinematográfico increíble debido a sus fachadas con farolillos rojos balanceándose contra los muros de ladrillo gris destacando así una ciudad que permanece inalterada por el paso del tiempo.
La ciudad conserva toda su esencia, los lugareños siguen haciendo la colada en los patios, recorriendo tranquilamente sus estrechas calles en bicicleta, jugando al ajedrez china en cualquier callejón o esquina, etc...
La muralla conserva 72 torres de vigilancia y cada una contiene un párrafo de la obra "El arte de la guerra".
También nos encantó su cocina con platos muy originales como los fideos de alforfón que se elaboran en esta región.
Este plato está presentado con cilindros de pasta anchos pegados entre sí como una reja con lo cual sólo se puede comer compartiéndolo con otro, ya que hay que sujetar los cilindros de pasta para que otro los arranque de la reja con sus palillos y finalmente introducirlos en un bol con el famoso vinagre de arroz de Shanxi, por cierto muy suave y aromático!. Este plato se sirve frío.
Pingyao también tiene un gran parque bastante nuevo por lo visto dónde por primera vez nos relajamos de tanto estrés chino.
La gente de este lugar hemos de decir que han sido los más simpáticos de toda China (tampoco es que se pasen de simpáticos pero se agradece después de tanto pasotismo) y como no, muy curiosos con los turistas.
Por fin hemos notado la diferencia que existe entre viajar por la China rural y por el circuito turístico que siguen todos los turistas ya que desde Beijing estamos con muchos más turistas occidentales y más facilidades con el idioma en las taquillas de trenes, hoteles etc... ¡Que bien ya no parecemos extraterrestres!
Tampoco nos dio tiempo para más, ya que al día siguiente teníamos un tren-litera para Xi'an.