domingo, 21 de junio de 2009

Kaifeng

Desde Fenghuang cogimos nuevamente el bus de vuelta a Huaihua desde donde nuestra primera experiencia en un tren chino nos llevaría en 17 horas hasta Zhengzhou, lugar a una hora de Kaifeng nuestro siguiente destino.
El viaje en tren fué ameno y no demasiado cansado a pesar de las horas de trayecto ya que los vagones están bastante nuevos, los asientos que en taquilla llaman duros (que son los más baratos) son acolchaditos, hay aire acondicionado, te puedes levantar y mover facilmente por los vagones y limpian cada estación prácticamente.
Y menos mal que limpian en cada parada porque los chinos son unos cerdos definitivamente, el país crecerá económicamente como todos dicen pero ellos les queda un poquito de modales....o un muchito!!
Escupen hasta en el suelo del tren, por eso decimos que menos mal que pasan una fregona cada parada si no huviéramos llegado a Zhenzhou después de 17 horas nadando entre salivas humanas...jejeje..
también vemos que no son excesivamente cariñosos, al menos en publico, porque las parejas son bastante sosas entre ellas.
Pero bueno el viaje fue bastante llevadero y nos dejó nuevamente de madrugada sobre esta gran ciudad. A esas horas normalmente te dejas llevar por algunas de las decenas de personas que abarrotan las llegadas de los trenes ofreciéndote alojamiento económico.
El motivo principal es que a esas horas como que no te apetece intentar jugar al busca tu par con los nombres de las calles escritos en chino comparándolos con los de nuestra guía.
Y bueno por primera vez nos tocó un cuchitril de los chungos....parecia de peli de terror china..pero bueno como solo serían unas horas hasta el día siguiente que nos íbamos a Kaifeng pues aceptamos.
Kaifeng según la guía, mantiene ese encanto tradicional de antes... pero a nuestro parecer la guía debe estar anticuanda porque los enormes edificios repletos de carteles dentro de la ciudad amurallada sobresalen sobre las 4 casas de madera tradicional que quedan incriblemente en pié.
Eso si, su mercado nocturno de comida quizá sea motivo mas que suficiente para acercarse a esta ciudad de poco mas de medio millon de habitantes.
Al caer la noche cientos de puestos abarrotan un par de calles centricas con puestos de comida de todos los gustos...puestos de brochetas de todo lo imaginable (setas, gambas, pollo, alitas de pato, mollejas, corazones de pollo, cigarras, escorpiones, fetos de pollo, y cientos de cosas rarísimas que mejor no aventurarse a probar), kebabs, una especie de te pastoso de almendra, panecillos rellenos, fiambres, etc etc...
La verdad es que resulta muy divertido moverse entre los puestos mientras todo el mundo te mira porque ya nos lo tomamos como algo normal e incluso nos reímos de ello, bueno los 3 dias que pasamos aquí comimos en este lugar.
Cuando te acercas a un puesto te da una bandeja y elijes las brochetas que luego el cocinero te cocina a la parrilla con una especie de masala de especias y un mejunge muy picante, tanto que a veces resulta incomestible (no imaginabamos que la comida china tenia tantisimo picante...).
Cuando has elegido te sientas sobre una d ellas mesas de detras del puesto, parecido a Jemma el Fna en Marrakech y una señora pasa a ofrecerte bebida fria bien barata.
Al poco tiempo ya tienes tus brochetas a la brasa bien calientes sobre tu mesa por poco mas de 30 centimos la unidad.
Bueno también hay que destacar que Kaifeng tiene uno de los templos budistas mas antiguos de china, un lugar bastante relajante en mitad de la ciudad vieja llena de ruido y trafico.Aunque el trafico es llevadero porque gran parte de el lo componen cientos debicicletas y rickshaws eléctricos, algo que nos llamó enormemente la atención
Alli pudimos relajarnos un poco viendo la famosa diosa kulikaili con 1048 ojos (uno en cada mano), el jardin de bonsais o los fieles colocando a modo de ofrendas los inciensos mas grande que jamas habiamos visto.
Y bueno a parte de pasear y comer ...poco más hicimos en esta ciudad que aunque no tan tradicional como decia la guia eso si muy autentica por su mercado nocturno diario que tanta gente atrae.

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