Pensabamos encontrar un Benidorm por lo que nos habían dicho pero no se porqué encontramos un lugar tranquilísimo sin a penas extrangeros donde tumbarnos en una hamaca bien mullidita entre sol y sombra y disfrutar al menos dos dias de esas aguas transparentes y cálidas.
La verdad es que poco más hicimos, aunque nos dió tiempo también para mezclarnos con la gente de allá ya que mientras Maider hacía su pulserita de macramé que tan amable Male de Buenos Aires nos enseñó hace ya unos meses, se nos acercó una señora vietnamita que vendia comida por la playa para que le enseñara.
A los cinco minutos ya eran dos, y poco a poco acabamos hablando con varias

Después muy agradecidos por el rato hasta nos regalaron un par de botellas de agua fresquita y comida de la que vendia la señora... la verdad pasamos un buen rato a pesar que no paramos de hacer pulseras para todos.
Y desde allí un bus nos llevó hacia Dalat, refugio de montaña de los vietnamitas para eludir el insoportable calor de las ciudades, pero no hay que destacar mucho de allí ya que básicamente es un lugar para hacer excursiones de montaña y no nos apetecia eso en aquel momento así que solo estuvimos un día paseando por sus calles y viendo la preciosas nubes rojas al atardecer en su lago.
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