Al llegar a Hong Kong notamos de golpe el calor y tras pasar por la oficina de información y turismo y salir bien
Al día siguiente fuimos a tramitar el visado para China y como queríamos que nos saliera barato tuvimos que esperar cuatro días, sin contar fin de semana, para obtenerlo. Así que seis días fueron más que suficientes para conocer esta gran ciudad.
Nuestra primera comida china coincidió con la celebración del cumpleaños de Maider y fuimos a comer a un buen restaurante donde saboreamos la especialidad de la casa: ganso rustido con una riquísima salsa dulce. Todo esto acompañado de otros deliciosos platos que nos aconsejaron probar. Disfrutamos mucho de esta comida, pero no
Hong Kong es una mezcla de comidas asiáticas donde puedes encontrar restaurantes japoneses, turcos, indios, tailandeses, vietnamitas, etc. Nosotros hemos ido probando casi todos... y de momento estamos iniciándonos con los palillos.
Nunca habíamos sentido el famoso jet lag como los dos días posteriores a la llegada a Hong Kong, donde dormíamos a todas horas y a las tres de la mañana ya estábamos con los ojos abiertos.
Pudimos visitar los templos de Man Mo y Tin Hau donde cientos de espirales de incienso abarrotan sus techos. Y en la isla de Lantau fuimos a visitar la estatua del Buda Tian Tan, la mayor estatua del mundo de Buda sedente de bronce al aire libre, a la que se puede subir por 260 escalones.
Cada día a las ocho de la noche desde el muelle de Kowloon se puede observar el espectáculo de luces de la isla de Hong Kong que tanta gente atrae y para nuestro parecer tampoco muy recomendable.
Y bueno ya con nuestro visado chino en la mano nos despedimos de esta locura de ciudad que tanto nos ha sorprendido.