Continuamos nuestro viaje de Yogyakarta hasta la isla de Bali en un autobús de unas dieciséis horas que no resultó tan pesado como esperábamos. Entrar en la isla de Bali es entrar en otro mundo ya que la vegetación parece que intente apoderarse de todo el espacio que el hombre crea y la religión hinduista balinesa, única en el mundo, ofrece unas construcciones en sus templos y viviendas que no habíamos visto hasta ahora.
Llegamos temprano a Denpasar y de allí nos dirigimos con una bemo, la típica furgoneta balinesa, hasta Ubud donde nos alojamos.
La oferta de alojamientos y restaurantes una vez más nos dejó con la sensación de volver a otro de esos destinos tan turísticos que hemos ido encontrando a lo largo del viaje, pero después de pasar una semana en Ubud y recorrer sus alrededores nuestra primera impresión cambió.
Lo que hace todo el mundo es alquilar una moto ya que por unos 3,5€ la tienes a tu disposición para todo el día y eso es lo que hicimos nosotros también. Con ella nos movíamos como si fuera ya nuestro pueblo y la usábamos para todo ya que muchos de los alojamientos se encuentran dispersos por toda el área de campos de arroz que forman Ubud.
Todos los días íbamos a comer a un warung, que son los restaurantes de comida local y comiendo en nuestra misma mesa estaba Alberto, un chico sevillano que justo empezaba su viaje de seis meses por el sudeste asíatico, con el que conectamos al instante, tanto que empalmamos comida y cena charlando de nuestras inquietudes que coincidían con las suyas. El estaba esperando a que llegaran sus dos amigos Almu y Adrián para juntos empezar su aventura. A los dos días ya eramos un grupo de seis españoles, junto con Bea otra valenciana que también comenzaba su viaje y con quienes nos movimos juntos con las motos por los alrededores de Ubud.
Visitamos el famoso templo de Tanah Lot situado en una islita a la que solo se puede acceder con marea baja.
Al norte de Ubud se encuentra el templo Tirta Empul donde los balineses van a purificarse entre baños y ofrendas en hojas de bananas. El hinduismo balinés mezcla la creencia en dioses hindúes, animistas y dan culto también a santos budistas, por lo tanto es curioso ver mezclado un dios hindú junto a un buda. Y entre risas y charlas iban pasando los días tan relajadamente para todos.
No pensábamos que Bali tuviera tantos campos de arroz y algo común es que en este viaje es que nunca nos cansamos de verlos y admirarlos hasta que el sol se esconde y va apagando progresivamente ese verde que nunca olvidaremos.
El último día como ya no estaban la cuadrilla de españoles ya que continuaron con su viaje, paseamos por los campos de arroz y nos paramos a comer en el Sari Organik un restaurante con comida orgánica más que recomendable. Si ya de por sí aquí la comida es sabrosa imaginaros el sabor de los platos de este restaurante.
viernes, 20 de noviembre de 2009
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1 comentario:
Hola chicos!! lindo lindo blog! me dio mucha pena no despedirme de vosotros, os escuché, pero mi cuerpo no me dejó levantarme.... ainss... pero me encantó conoceros!! seguro nos encontramos en algun punto del planeta ;)
Cuidaros mucho y disfrutad intensamente lo que queda de vuestra gran aventura asiática!
Mil besos para los dos!!
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