viernes, 20 de noviembre de 2009

Yogyakarta

Un vuelo nos llevó desde Medan a Jakarta, la capital de este gran país, en un periquete y nuevamente estábamos rodeados de edificios enormes en una ciudad muy grande, de casi nueve millones de habitantes...
Compartimos un taxi desde el aeropuerto con un matrimonio de mochileros jubilado, eso si, lógicamente no eran españoles... o al menos sería bien extraño ya que estos prefieren Benidorm & company.
La llegada a parte de ser de noche no fue muy grata ya que la zona barata de alojamientos estaba en medio de una zona de fiesta nocturna llena de guiris borrachos con indonesas fáciles, así que como todo el mundo nos había dicho que Jakarta no tenía gran cosa decidimos dormir como pudimos y despertarnos temprano para ir a la estación de trenes a comprar un billete para Yogyakarta.

Yogyakarta es una pequeña ciudad en mitad de la isla de Java con mucho movimiento y gente joven. Esta ciudad está repleta de pequeños mercados y centros comerciales y mayoritariamente es la cuna de la técnica de teñido de telas Batik. Esta técnica consiste en aplicar capas de cera sobre las zonas que no se desean teñir, fijando la pintura en las zonas no enceradas. Este proceso se puede repetir tantas veces se desee incluso sobreponiendo colores... obviamente es un resultado espectacular. Dentro de este tipo de técnica existe, como todo, diferentes calidades incluso muchas de ellas hechas con un estampado con máquinas más económicas. Aún así es realmente barato comprar un trabajo como éste que allí valdría algo impagable.

Desde Yogyakarta o comunmente llamada Yogya hay varias cosas para hacer entre ellas visitar Borobudur y Pranbanan, dos restos arqueológicos de dos importantes religiones bien diferentes. Borobudur es una estupa budista con forma piramidal considerado el monumento budista más grande del mundo y fue construido hacia el 750. Es un lugar de peregrinaje budista o al menos eso dicen los textos ya que nosostros solo encontramos turistas musulmanes, algunas de ellas incluso con burka, algo muy chocante para nuestros ojos.
Durante años estuvo cubierto de vegetación y capas de ceniza volcánica ya que tras la conversión de los javaneses al islamismo fue abandonada recuperándose para el 1814.
La visita fue entretenida pero nada comparable a otros templos budistas visitados... no es que seamos muy exigentes pero cuando ves otros lugares más bonitos y recientes pues no sorprende tanto.

Al día siguiente visitamos Prambanan, un conjunto de 240 templos dedicados a Shiva. El problema era que al entrar sólo había en pié unos cuantos templos desde que el terremoto del 2006 mandó todo al suelo.
Y esos pocos en pié estaban llenos de obreros con andamios de bambú reconstruyendo todo por lo que el precio de la entrada nos pareció un robo a mano armada ya que sólo vimos unos cuandos templos llenos de bambú y miles de piedras esperando ser ubicadas como un gigante puzle de piezas imposibles.
El siguiente día lo destinamos a pasear y descansar para afrontar nuestro último gran viaje en bus de dieciséis horas hasta Bali.
Así que hicimos un poco de vida consumista y descansamos hasta el día siguiente.

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