martes, 21 de abril de 2009

Trujillo

Esta bonita ciudad peruana poco tiene que ver con las ciudades de más al sur. Tiene un turismo más bien interior pero debido a que aquí acaba de terminar la temporada de verano se estaba más que tranquilo por la ciudad y también por sus alrededores.
Trujillo es un buen punto de partida para visitar sus ruinas y legados pre-incas. También para unos días de playa.
Por estas tierras hubo dos grandes civilizaciones anteriores a los Incas, la cultura Moche con sus preciosas ruinas Huaca del Sol y Huaca de la Luna y la cultura Chimú con sus famosas ruinas de Chan Chan. Ambas nos dejaron alucinando pero vayamos por partes.

Desde Trujillo fuimos al Valle Moche donde se encuentran los restos de dos grandes vestigios de la cultura Moche de hace unos cientos de años. Allí se encuentran las ruinas de Huaca del Sol y Huaca de la Luna. Debido a la falta de presupuesto (ya les podían pasar algo de esos 200.000 dólares diarios que ganan en Machu Picchu) solo está desenterrándose Huaca de la Luna, un antiguo templo donde se celebraban rituales y sacrificios (incluso humanos) a través del máximo poder en la jerarquía Moche de la época "el sacerdote Moche". En manos de este personaje estaba la cultura Moche y cuando este moría, se le enterraba en el palacio y se cubría íntegramente con ladrillos de adobe para volver a construir otro templo sobre éste con la proclamación de un nuevo sacerdote. De esta forma se han encontrado hasta cinco templo uno construido sobre el otro pero no se han desenterrado por completo por miedo a que se derrumben.
Esa cara colorida que se ve en casi todos los pasillos y habitaciones del templo es el dios Ai Apaec a quien los moches adoraban y temían al mismo tiempo pues creían que en su poder estaban los fenómenos ambientales de la tierra, de hecho cuando había un terremoto (algo muy común en esta zona de Perú) los moches creían que Ai Apaec tenía hambre y era entonces cuando sacrificaban algún humano joven para que este dios saciara su sed.
Podemos hablar y hablar de la alucinante cultura Moche pero dejaremos que el tiempo y la inversión de dinero lleguen a este lugar porque perfectamente se podría convertir en un lugar incluso más visitado que Machu Picchu.


Como prueba de ello deciros que la Huaca del Sol aquella que se ve detrás de la foto ni tan siquiera se ha tocado, o sea que allí dentro hay miles de antigüedades de la cultura Moche sin descubrir ¿no os parece increíble saber que hay todo un valor arqueológico en aquel lugar y no poder extraerlo por falta de presupuesto? todo esto sabiendo que en Machu Picchu se gana tanto no tiene explicación.
A pocos kilómetros en dirección opuesta al Valle Moche se encuentran los nueve palacios Chimús de Chan Chan. Por el mismo motivo de presupuesto sólo se ha desenterrado y restaurado uno de ellos.
Este complejo amurallado está compuesto por el palacio real con tres plazas, una dedicada a dar la bienvenida a tribus o culturas cercanas, otra para fines religiosos o cultos y la última para rituales funerarios. Todo el complejo está amurallado en adobes piramidales para dar mayor resistencia a la muralla de unos siete metros de altura. También hay muestras de casas, cocinas y graneros para guardar sus alimentos. Los Chimús eran pescadores y grandes conocedores del mar algo normal si tenemos en cuenta que del palacio al mar a penas hay un kilómetro, de hecho caminando por él se escucha el oleaje y se siente la brisa marina.
Para los Chimús su dios era la luna y de ella obtenían información sobre mareas para poder pescar. El sacerdote Chimú era tan adorado por su pueblo que cuando moría sacrificaban con él a toda su corte y sirvientes así como seres allegados y los enterraban con él. También hacían traer y sacrificar animales exóticos como el pavo real. La influencia del mar en esta sociedad está reflejada en sus construcciones con relieves de peces, pelícanos, nutrias y estructuras geométricas imitando el oleaje marino o incluso calendarios lunares.

Desgraciadamente el recinto funerario del sacerdote Chimú más importante fue saqueado por los colones españoles de la época llevándose máscaras de oro y joyas valiosas que se enterraban junto al sacerdote.
Algo que nos llamó mucho la atención y que es una muestra viva de la época son los feos perros sin pelo peruanos. Son originarios de Perú y tienen la capacidad de curar enfermedades como la artritis por el calor que desprenden en contacto con la piel humana. Tienen dos grados más de temperatura que cualquier otro perro para contrarrestar la falta de pelo. Este en concreto tenía tres pelillos en su calva como Homer y a Maider le costó varios minutos tocarlo por la impresión que le daba...


Y a tan sólo diez kilómetros de Trujillo está el bonito y tranquilo pueblo pesquero de Huanchaco. Allí disfrutamos de la playa, sus ceviches, de las relajantes puestas de sol sentados en cualquier terraza y de la amabilidad de sus gentes. Aquí aún se sigue utilizando para pescar una barca hecha de una especie de junco o caña seca llamada totora. Esta ya era utilizada por los Chimús y soportan muy bien el oleaje por su forma puntiaguda, eso si, se debe hacer una nueva cada cierto tiempo pues los juncos se pudren con el tiempo. Así que que mejor forma de despedir este precioso país que tan bien nos ha tratado que con la última puesta de sol recordando cada lugar que visitamos aquí. Sólo nos restarían pues doce horas para llegar a nuestra primera parada en Ecuador "Cuenca".

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