Montañita es un lugar lleno de chiringuitos construidos con bambú y madera y una bonita y cálida playa a pie del pueblo. Aparentemente un lugar muy relajante para pasar unos días. Pero casualmente el día que llegamos allí empezaban las fiestas de Pascua para los ecuatorianos y estaba abarrotado por lo que pedían precios bárbaros por un cuartucho que normalmente vale 5 dólares. Tras visitar más de diez hostales optamos por un cuarto tipo India, bastante precario pero válido para pasar las fiestas. Fueron tres días de dormir mal por la música a tope hasta muy tarde y no estar muy a gusto con el tipo de ambiento tipo “Benidorm”. En cualquier otra fecha hubiera sido perfecto pero bueno pasamos los días de fiesta y nos fuimos a Ayampe que fue como de la noche al día, un lugar súper tranquilo, sin turistas y relajante aunque la playa estaba bastante sucia por ramas y plásticos que nadie limpia.
Un día después fuimos a Puerto López, un lugar muy conocido porque sobre Julio-Septiembre llenan sus bahías cientos de ballenas jorobadas. Pero como no íbamos en época de ballenas decidimos ocupar nuestro tiempo en comer y cocinarnos pescadito fresco, relajarnos del infierno turístico de Montañita y hacer un tour por su famosa Isla de la Plata.
Esta isla es el único lugar junto a las Galápagos donde se pueden avistar los famosos piqueros de patas azules que son unas aves muy graciosas con unas patas intensamente azules y a las que les encanta anidar en los senderos por lo que dejan que te acerques mucho a ellas. Por lo demás el tour no merece mucho la pena, pues esperábamos ver mucha claridad buceando en sus aguas (el tour incluía snorkel) pero no tienen la transparencia que tienen muchas de nuestras playas.
En Puerto López se encuentra el Parque Nacional Machala y por ser un lugar protegido al que sólo se accede con una entrada de 10 dólares hay muy poca gente que lo frecuenta. Como en el precio de nuestro tour estaba incluída ésta entrada fuimos a la preciosa playa de Los Frailes, una playa virgen en mitad del parque que verdaderamente vale la pena y en la que no había más de seis personas. Allí disfrutamos mucho por ser una de esas playas que nunca se olvidan.
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