martes, 21 de abril de 2009

Baños

Cuatro horas separan Puerto López de Guayaquil a donde fuimos nuevamente para coger un bus hasta Riobamba. Esta pequeña ciudad está a 2.750 m.s.n.m. y cambia totalmente su paisaje pasando a estar rodeado de montañas y volcanes. Estuvimos un par de días, pero no es una ciudad demasiado destacable pues no tiene nada especial excepto su entorno. En todos estos lugares de montaña sólo se pueden hacer trekkings, raftings y todo lo que acaba en ings… pero nosotros estamos ya muy cansaditos de que en todos los lugares te propongan lo mismo.
De allí en dos horas llegamos a Baños un pueblecito con algo más de encanto pero bastante turístico. Es un lugar a pie del volcán Tungurahua, aquel que en 1999 entró en erupción y evacuaron este lugar durante meses. El 17 de Agosto del 2006 entró nuevamente en erupción, ésta vez violentamente, destruyendo pueblos cercanos. Por tanto es un lugar lleno de aguas termales y cascas así como mucha vegetación. Por aquí también se cultiva mucha caña de azúcar con la que elaboran zumos de caña y caramelos cilíndricos.
En esta zona también se come lo que los ecuatorianos llaman cuy, que en realidad es el conejillo de indias o hámster gigante que allá se utiliza de mascota y se pueden ver bien tostados sobre las barbacoas del mercado con sus dientes sobresaliendo de su chamuscada boca. Dos días después viajamos a la capital, Quito. Todo el mundo nos hablaba de la peligrosidad de Quito por las noches, con mucha violencia por sus calles por lo que decidimos no visitarla, de todas formas, no somos muy amantes de las grandes ciudades.

Montañita, Ayampe y Puerto López

Desde Cuenca y tras parar en la moderna estación de autobuses de Guayaquil partimos hacia nuestro primer destino en la costa ecuatoriana.
Montañita es un lugar lleno de chiringuitos construidos con bambú y madera y una bonita y cálida playa a pie del pueblo. Aparentemente un lugar muy relajante para pasar unos días. Pero casualmente el día que llegamos allí empezaban las fiestas de Pascua para los ecuatorianos y estaba abarrotado por lo que pedían precios bárbaros por un cuartucho que normalmente vale 5 dólares. Tras visitar más de diez hostales optamos por un cuarto tipo India, bastante precario pero válido para pasar las fiestas. Fueron tres días de dormir mal por la música a tope hasta muy tarde y no estar muy a gusto con el tipo de ambiento tipo “Benidorm”. En cualquier otra fecha hubiera sido perfecto pero bueno pasamos los días de fiesta y nos fuimos a Ayampe que fue como de la noche al día, un lugar súper tranquilo, sin turistas y relajante aunque la playa estaba bastante sucia por ramas y plásticos que nadie limpia.
Un día después fuimos a Puerto López, un lugar muy conocido porque sobre Julio-Septiembre llenan sus bahías cientos de ballenas jorobadas. Pero como no íbamos en época de ballenas decidimos ocupar nuestro tiempo en comer y cocinarnos pescadito fresco, relajarnos del infierno turístico de Montañita y hacer un tour por su famosa Isla de la Plata.
Esta isla es el único lugar junto a las Galápagos donde se pueden avistar los famosos piqueros de patas azules que son unas aves muy graciosas con unas patas intensamente azules y a las que les encanta anidar en los senderos por lo que dejan que te acerques mucho a ellas. Por lo demás el tour no merece mucho la pena, pues esperábamos ver mucha claridad buceando en sus aguas (el tour incluía snorkel) pero no tienen la transparencia que tienen muchas de nuestras playas.
En Puerto López se encuentra el Parque Nacional Machala y por ser un lugar protegido al que sólo se accede con una entrada de 10 dólares hay muy poca gente que lo frecuenta. Como en el precio de nuestro tour estaba incluída ésta entrada fuimos a la preciosa playa de Los Frailes, una playa virgen en mitad del parque que verdaderamente vale la pena y en la que no había más de seis personas. Allí disfrutamos mucho por ser una de esas playas que nunca se olvidan.

Cuenca

Tras pasar fácilmente y sin esperas la frontera entre Perú y Ecuador llegamos a Machala la capital de la banana, según la mayoría de la gente una de las mejores del mundo. Este lugar a parte de gigantescos campos de bananos, no tenía nada de interés por lo que fuimos directamente a Cuenca.

Cuenca es una ciudad colonial, bonita y aseada con un río que la atraviesa y verdes parques y plazas por todos los rincones. Lo que ocurre es que después de visitar muchas ciudades coloniales peruanas como Arequipa o Cuzco, no nos sorprendió tanto como todos decían. También hemos aprendido que la gente no es nada objetiva y sincera cuando se trata de hablar del lugar donde uno vive o nació. En todas las ciudades de Sudamérica siempre te dicen ¡Uy! ¡ésta ciudad es la más bonita! y bueno siempre las hay mejores. Nosotros no decimos que Valencia sea el lugar más bonito de España pues hay ciudades como Toledo, Barcelona o San Sebastián que consideramos más bonitas para el turismo. Pero bueno dejando de lado este comentario Ecuador no se caracteriza por tener preciosas ciudades, al menos a nuestro parecer.
Ahora, paisajes y clima desde luego es más que aconsejable y en pocas horas en autobús pasas de la jungla a las playas de aguas cálidas. Pero bueno Cuenca es más bonita la de España y somos objetivos. Aquí pronto se ve el casco viejo y sus alrededores con sus iglesias, con neones de colores tipo puticlub (las fotos no están retocadas… son de esos colores). Así que dos días fueron más que suficientes para empaparnos de nuestra primera ciudad ecuatoriana.

Trujillo

Esta bonita ciudad peruana poco tiene que ver con las ciudades de más al sur. Tiene un turismo más bien interior pero debido a que aquí acaba de terminar la temporada de verano se estaba más que tranquilo por la ciudad y también por sus alrededores.
Trujillo es un buen punto de partida para visitar sus ruinas y legados pre-incas. También para unos días de playa.
Por estas tierras hubo dos grandes civilizaciones anteriores a los Incas, la cultura Moche con sus preciosas ruinas Huaca del Sol y Huaca de la Luna y la cultura Chimú con sus famosas ruinas de Chan Chan. Ambas nos dejaron alucinando pero vayamos por partes.

Desde Trujillo fuimos al Valle Moche donde se encuentran los restos de dos grandes vestigios de la cultura Moche de hace unos cientos de años. Allí se encuentran las ruinas de Huaca del Sol y Huaca de la Luna. Debido a la falta de presupuesto (ya les podían pasar algo de esos 200.000 dólares diarios que ganan en Machu Picchu) solo está desenterrándose Huaca de la Luna, un antiguo templo donde se celebraban rituales y sacrificios (incluso humanos) a través del máximo poder en la jerarquía Moche de la época "el sacerdote Moche". En manos de este personaje estaba la cultura Moche y cuando este moría, se le enterraba en el palacio y se cubría íntegramente con ladrillos de adobe para volver a construir otro templo sobre éste con la proclamación de un nuevo sacerdote. De esta forma se han encontrado hasta cinco templo uno construido sobre el otro pero no se han desenterrado por completo por miedo a que se derrumben.
Esa cara colorida que se ve en casi todos los pasillos y habitaciones del templo es el dios Ai Apaec a quien los moches adoraban y temían al mismo tiempo pues creían que en su poder estaban los fenómenos ambientales de la tierra, de hecho cuando había un terremoto (algo muy común en esta zona de Perú) los moches creían que Ai Apaec tenía hambre y era entonces cuando sacrificaban algún humano joven para que este dios saciara su sed.
Podemos hablar y hablar de la alucinante cultura Moche pero dejaremos que el tiempo y la inversión de dinero lleguen a este lugar porque perfectamente se podría convertir en un lugar incluso más visitado que Machu Picchu.


Como prueba de ello deciros que la Huaca del Sol aquella que se ve detrás de la foto ni tan siquiera se ha tocado, o sea que allí dentro hay miles de antigüedades de la cultura Moche sin descubrir ¿no os parece increíble saber que hay todo un valor arqueológico en aquel lugar y no poder extraerlo por falta de presupuesto? todo esto sabiendo que en Machu Picchu se gana tanto no tiene explicación.
A pocos kilómetros en dirección opuesta al Valle Moche se encuentran los nueve palacios Chimús de Chan Chan. Por el mismo motivo de presupuesto sólo se ha desenterrado y restaurado uno de ellos.
Este complejo amurallado está compuesto por el palacio real con tres plazas, una dedicada a dar la bienvenida a tribus o culturas cercanas, otra para fines religiosos o cultos y la última para rituales funerarios. Todo el complejo está amurallado en adobes piramidales para dar mayor resistencia a la muralla de unos siete metros de altura. También hay muestras de casas, cocinas y graneros para guardar sus alimentos. Los Chimús eran pescadores y grandes conocedores del mar algo normal si tenemos en cuenta que del palacio al mar a penas hay un kilómetro, de hecho caminando por él se escucha el oleaje y se siente la brisa marina.
Para los Chimús su dios era la luna y de ella obtenían información sobre mareas para poder pescar. El sacerdote Chimú era tan adorado por su pueblo que cuando moría sacrificaban con él a toda su corte y sirvientes así como seres allegados y los enterraban con él. También hacían traer y sacrificar animales exóticos como el pavo real. La influencia del mar en esta sociedad está reflejada en sus construcciones con relieves de peces, pelícanos, nutrias y estructuras geométricas imitando el oleaje marino o incluso calendarios lunares.

Desgraciadamente el recinto funerario del sacerdote Chimú más importante fue saqueado por los colones españoles de la época llevándose máscaras de oro y joyas valiosas que se enterraban junto al sacerdote.
Algo que nos llamó mucho la atención y que es una muestra viva de la época son los feos perros sin pelo peruanos. Son originarios de Perú y tienen la capacidad de curar enfermedades como la artritis por el calor que desprenden en contacto con la piel humana. Tienen dos grados más de temperatura que cualquier otro perro para contrarrestar la falta de pelo. Este en concreto tenía tres pelillos en su calva como Homer y a Maider le costó varios minutos tocarlo por la impresión que le daba...


Y a tan sólo diez kilómetros de Trujillo está el bonito y tranquilo pueblo pesquero de Huanchaco. Allí disfrutamos de la playa, sus ceviches, de las relajantes puestas de sol sentados en cualquier terraza y de la amabilidad de sus gentes. Aquí aún se sigue utilizando para pescar una barca hecha de una especie de junco o caña seca llamada totora. Esta ya era utilizada por los Chimús y soportan muy bien el oleaje por su forma puntiaguda, eso si, se debe hacer una nueva cada cierto tiempo pues los juncos se pudren con el tiempo. Así que que mejor forma de despedir este precioso país que tan bien nos ha tratado que con la última puesta de sol recordando cada lugar que visitamos aquí. Sólo nos restarían pues doce horas para llegar a nuestra primera parada en Ecuador "Cuenca".

Lima

Lima es una ciudad tan grande que se escapa a la mente en ocasiones cuando comienzas a andar buscando algún lugar. Como todas las grandes ciudades sudamericanas que ya hemos pisado es bastante ruidosa, caótica y contaminada. Por lo demás tiene dos partes muy diferentes, el centro histórico bastante amplio y sólo cuidado en lugares puntuales como la Plaza de Armas y alguna que otra calle turística y el barrio de Miraflores donde las amplísimas avenidas y los enormes edificios la hacen parecer bastante a lugares como Santiago, Rio o Buenos Aires.
Este barrio es bastante pijo y los precios europeos circulan por centros comerciales, restaurantes, librerías, alojamientos y cafés. La verdad es como el oasis de los pijos dentro de Lima, una ciudad bastante sucia y contaminada. Es una vez más la doble cara del Perú pintada en su gran capital.

Salir de Lima es algo así como una hora sin desear salir del bus por la cantidad de casas construidas con cualquier material que vas viendo por la ventana, eso demuestra que Miraflores es una irrealidad dentro de Lima pero donde viven miles de personas en esta ciudad de casi ocho millones de habitantes. Aquí aprovechamos para comprar ropa, semillas naturales del Amazonas para hacer artesanías, comer riquísimos ceviches y hacernos un par de gafas graduadas ya que las que teníamos se fueron con la mochila. Y cuatro días fueron más que suficientes para embarcarnos en el ajetreo de Lima y sentir la sensación de vivir en esta grandísima ciudad peruana.

jueves, 2 de abril de 2009

Pisco "Islas Ballestas"

Sólo una horita separan Ica de Pisco, un viaje demasiado corto acostumbrados ya a largas distancias. El motivo de ir a Pisco no era esquivar escombros al caminar por sus calles sino dormir allí para al día siguiente hacer un tour por las islas de la Península Paracas.
Pisco es literalmente un pueblo en el suelo después del terremoto de hace dos años. Hay pocas casas reconstruidas y ni siquiera la iglesia quedó en pie tras el fatal terremoto. Nuestro hotel afortunadamente estaba recién
construído pero muchas familias han tenido que reconstruir sus viviendas con lo que les permiten sus bolsillos. La verdad da pena imaginar como tuvo que ser aquel fatídico día.

Desde allí contratamos un tour por 10€ por persona a la Península Paracas desde donde una lancha supermoderna y
rapidísima nos llevó en pocos minutos a las Islas Ballestas. Allí vimos la mayor cantidad de aves marinas que jamás habíamos visto. Vimos gaviotas, cormoranes, pingüinos de Humboldt y el mayor atractivo turístico, los lobos marinos y sus crias (pues era la época de alumbramiento de estos simpáticos animales).
Esta isla, debido a la erosión marina se forman grandes cuevas y ocultas playas, lugares perfectos para estos animales que
cazan de noche y descansan de día. Dos horas después terminábamos el tour y cogíamos el bus para la capital del país.


Huacachina

Este lugar demuestra la variedad de paisajes del Perú pudiendo pasar de la jungla de Machu Picchu al oasis de Huacachina en tan sólo un día. No imaginábamos por más que nos habían dicho encontrar un paisaje tan árido junto al mar. A pocos kilómetros del mar cerca de Ica se encuentra el oasis de Huacachina, un oasis (hoy alimentado artificialmente) alrededor del cual están dispuestos unos cuantos alojamientos y restaurantes.

Es un lugar muy pequeñito al cual se accede en rickshaw desde Ica pur unos tres soles. Allí sólo se pueden hacer dos cosas, relajarse viendo las bonitas puestas de sol del atardecer junto al osasis lleno de palmeras o alquilar una tabla de madera para lanzarse por las gigantescas dunas de arena y practicar sandboard, algo no muy recomendable a no ser que alquiles una buena tabla e intentes no romperte algún hueso lanzándote por las vertiginosas dunas. La verdad es que es un bonito y relajante lugar para estar no más de dos días.










Machu Picchu

Eran las siete de la mañana cuando el tren descargaba la manada de turistas que cada día van hacia Machu Picchu (unos mil en temporada baja y muchísimos más en temporada alta). Aquí llega el segundo negociazo, una flota de minibuses que suben cada minuto hasta la entrada de las ruinas; ¿el precio? 13€ ida y vuelta, un robo cuando un bus en Perú cobra 7€ por hacer 500 km. y ocho horas de trayecto. Pero ya teníamos ganas de terminar de pagar y ver la ciudad sagrada, así que pagamos la entrada (30€) y contratamos una guía con un matrimonio jubilado de argentinos encantadores. Por la guía pagamos 100 soles entre los cuatro pero mereció la pena porque nos explicaba cada detalle haciéndote estar en esa época.
Al principio durante tres horas las nubes cubrían por completo toda la ciudad y tras terminar el tour estábamos desesperados porque la vista aérea que todo el mundo tiene de las ruinas al llegar era nula, no se veía nada. Todo el dinero que cuesta llegar y todo lo que nos contó la guía que puede ocurrir en el 2010 (quizás en ese año no dejen pisar las ruinas sino solo verlas desde plataformas) para nada, pensábamos que nos iríamos de allí sin ver la impresionante imagen aérea de Machu Picchu. Pero después de cuatro horas las nubes comenzaros a desaparecer entre las montañas y nuestros pelos comenzaron a erizarse conforme iba apareciendo esa imagen de majestuosidad que es Machu Picchu.
Los datos los dejamos para los libros pero de todos es sabido que fue una obra de ingeniería colosal para aquella época. Construyeron unas 600 terrazas para sostener la ciudad en la montaña y la mitad de ellas las utilizaron como campos de cultivo (maíz, yuca, papa, quinoa, etc.), estudiaron el universo mediante espejos de agua y fueron capaces de predecir con el sol las épocas lluviosas para sus cosechas. Fue toda una sociedad de unas 800 personas que teóricamente abandonaron la ciudad replegándose hacia tierras más lejanas cuando los españoles llegaron a Cuzco.
Pudimos sentir el respeto que ellos tenía por la Pachamama (madre tierra) y lo admiramos y sentimos cada instante que estuvimos allí. Y podríamos estendernos hablando de Machu Picchu páginas y páginas pero tampoco diríamos nada nuevo que no se sepa ya de estas ruinas. Como anécdota hablar de su curioso descubrimiento. Machu Picchu lo descubrió Hiram Bingham que iba en busca de Vilcabamba, la ciudad perdida inca repleta de oro. Cuando paró a los pies de Machu Picchu (Montaña Vieja) no la vio porque estaba cubierta por vegetación y le tuvo que guiar un campesino a cambio de un sol de la época. Los españoles pasaron por el río Urubamba a pocos metros de Machu Picchu durante la colonización pero tampoco la vieron. Machu Picchu estuvo habitada desde 1.450 hasta 1.540, tan sólo noventa años pero se desconoce con certeza la causa de su abandono. Otro dato curioso es que no es correcto hablar de los incas como civilización, pues el inca era como el rey en la pirámide social de la época, se dice pues tierra de incas y lógicamente inca había uno por sociedad sindo algunos más poderosos socialmente hablando que otros. Y la verdad es que todo mereció la pena cuando abandonamos Machu Picchu, las esperas, los precios, las incertidumbres, la niebla... pues fue como sentir la tierra por unos instantes... algo poderoso queda aún allí, bajo la falda del Huayna Picchu. Por cierto ¿alguien quiere girar la cabeza hacia la derecha y mirar el contorno de las montañas? sorprendente ¿no?

Ollantaytambo

Esta es la historia de la odisea de ver Machu Picchu intentando no gastar mucho dinero, que cada país brinda visites lo que visites pero en Perú ya se encargan de que no pueda ser así, al menos para visitar Machu Picchu.
El primer y básico problema con el que se encuentra un viajero que no quiere gastar demasiado es el transporte para llegar allí. Hay dos formas de llegar hasta Machu Picchu. La primera y única agotadora forma barata de llegar es agarrando un bus o taxi colectivo hasta Ollantaytambo de allí un bus de ocho horas a Santa Marta, andar como tres horas con las mochilas a la espalda hasta poder coger otro bus que finalmente te lleve a Aguas Calientes y allí no termina todo… allí se camina durante una hora hasta la entrada de Machu Picchu y otros treinta y cinco minutos para bajar de nuevo y la misma operación pero en sentido contrario para regresar. En total y teniendo suerte con los horarios de los buses unos cinco días para llegar de esta forma, o al menos es lo que todo el mundo te hace entender en las estaciones de buses o puntos de información. ¿Y por qué todo este lío? Porque ahí va el negociazo de lo que es la segunda manera de llegar: “el tren”.
Existe un tren que va desde Cuzco a Aguas Calientes en unas cinco horas (además lo explota una empresa chilena según nos dijeron). Este tren es más caro que el AVE a pesar que tarda unas diez veces más en llegar. Por hacer 180 km. cuesta 100 dólares ida y vuelta por persona en tarifa que se atreven a llamar backpacker (mochilero), no os contamos las demás tarifas… Suponiendo que tengas lugar es lo mínimo que pagas por ir hasta Aguas Calientes.
Hay otra opción (que es la que adoptamos nosotros) más posible en temporada baja que es la que estamos, que es ir en taxi colectivo por unos 10 soles por persona o en bus por 5 hasta Ollantaytambo que queda a mitad de camino, hacer noche allí y agarrar el tren más barato a Aguas Calientes que parte a las 5:30 de la mañana. Así que tras mucho investigar y pensar que aunque no estuvimos de acuerdo con el “robo” del transporte una vez en Cuzco no nos íbamos a ir sin ver Machu Picchu, pues eso mismo hicimos, ir en taxi colectivo hasta Ollantaytambo, un pequeño pueblo (de nombre impronunciable) en mitad de un valle, bastante tranquilo y bonito donde nos relajamos y preparamos todo para pasar el día en Machu Picchu.

Cuzco

Pasear por el casco antiguo de Cuzco o como los peruanos llaman Cusco es básicamente como pasear por una de las tantas ciudades españolas de la época. Nos sorprendió mucho el buen estado de conservación de las calles, balcones y casas con sus majestuosos patios interiores. De todas formas no es de extrañar que estén tan bien conservadas si pensamos que esta es la ciudad que todos los viajeros utilizan como punto de partida hacia Machu Picchu.
Tiene lo que quizás a nuestro parecer haya sido la Plaza de Armas (Plaza Mayor española) más bonita de las visitadas hasta el momento y pasear por sus calles en pendiente es una buena forma de dejarse llevar a la época en la que los españoles gobernaban estas tierras.
También podemos afirmar que quizás sea el lugar más turístico o con más turistas que hayamos visitado y todo lo que esto conlleva a su alrededor. Pero también queremos que sepáis que como todas las ciudades que viven del turismo, Cuzco tiene una doble cara. Por una parte puedes estar sumergido en una ciudad limpia, ordenada, repleta de tiendas de artesanías baratas o caras (para todos los gustos y bolsillos), joyerías con trabajos alucinantes, restaurantes de comida típica, policías turísticos en cada esquina, etc… pero simplemente al salir y entrar de la ciudad puedes ver la realidad de la ciudad con casas amontonadas en los cerros construidas con cualquier cosa, niños pidiendo en los semáforos, gente buscando algo utilizable entre los montones de basura que se acercan a los bordes de la carretera en las afueras de la ciudad, etc…
Por lo tanto Cuzco no es sólo la grandiosidad y majestuosidad que fue en su día como imperio Inca primero y como colonia española después como tantas veces repiten los guías en todas las lenguas posibles, sino también es la viva imagen de lo que el turismo en ocasiones logra esconder pero nadie deja de ver si camina algo más que la puerta de su hotel al bus turístico que les recoge casi encima de la acera. Por todo esto pensamos que es bueno conocer las cosas como son y no como muchas agencias quieren ver que son, porque el Perú en realidad es un lugar precioso pero también lleno de problemas visibles cada paso.