sábado, 8 de agosto de 2009

Pakse

Pakse no es una bonita ciudad ni tiene nada especial pero en estos casos siempre se soluciona alquilando una moto y perdiéndote por sus alrededores.
No hay nada comparable a salir unos 30 kilómetros de la ciudad y perderse por alguno de los caminos cercanos a la carretera donde cientos de familias viven prácticamente sentadas viendo pasar la vida y vendiendo cuantro piezas de fruta como bananas o Jackfruits.
Además es lo mejor del mundo porque todos están interesados en saber quienes son esos tipos de piel blanca que caminan por allí y los niños se vuelven locos por salir a saludarte.
Esta vez llevábamos caramelitos y cuando veíamos un grupo de niños nos acercábamos a darles... lo increible es que hasta el más mocoso de todos que no levantaba un palmo del suelo no cogía el caramelo sin antes juntar sus manos a la altura del pecho y agachar la cabeza en símbolo de agradecimiento... a buenas horas en España un niño te da las gracias antes de coger algo.
Imaginemos que son gente sin recursos de hecho muchos de los niños no van al colegio pero desde que son bebés sus padres le enseñan el valor del respeto como algo fundamental en sus vidas.
Paseamos la carretera arriba y abajo con Rafa que también vino a este lugar pero que terminaba sus vacaciones en unos días... esperamos que la vuelta al trabajo te haya ido bien... fue genial conocerte.

Y cuando volviamos encontramos un tuk tuk de esos que hay aquí tipo furgoneta al aire libre con sillones anexos en la parte trasera intentando salir de una cuneta que estaba llenísima de barro.
Todo esto parando unas cuantas veces por la carretera ya que el monzón descarga con fuerza por unos instantes cada vez que el cielo se vuelve más negro que el carbón.
Y allí estaba un vecino intantando sacarlo de allí que lógicamente no podía... pero al instante cada uno que pasaba paraba para ayudar y en un instante había mas de siete personas tirando del tuk tuk hasta que entre todos lo pudimos sacar de semejante barrizal.
Luego Rafa terminó como veis pero nada no solucionable ya que un vecino nos vió con todo el barro en la ropa y nos invitó a su humilde casa al borde de la carretera a limpiarnos con un gran bidón de agua que recogía de la lluvia.
Y así aventurita tras aventurita se nos terminaban los días en otro bonito lugar de Laos y es que cualquier lugar de este maravilloso país te hace sentir rebien como diria nuestra queridísima Kary.
Y entre sonrisas y más charlas nos despedimos de Rafa al que esperamos ver algún otro día por España. ¡Buena suerte con la vuelta al curro y tus próximos deseos!
Y nosotros continuamos solos de nuevo nuestro viaje en un bus cama muy chulo y cómodo hacia la capital... Vientiane.

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